¿Qué sombra con fusil y con canana
vino a plantar la muerte en los olivos,
inmolando a los versos, que cautivos,
esperaban la luz de su mañana?
¿Qué luna golpeando en su ventana
le llamó desde el reino de los vivos,
para anular sus sueños creativos
y robarnos su juventud lozana?
Él le cantó a su luna sin perfidia.
Y ella, le abrió las puertas del chiquero
a un toro de fatal y oscura lidia.
Fue así la apoteosis de un torero
que en un quiebro, el mal toro de la envidia,
lo ensalzó con su lance más certero.