Es el amor que te doy, y el que me entregas,
fuego de rosas y nieve de jazmines.
Prado sereno y tropel de querubines.
Bocas ardientes que dan amor a ciegas.
Tú, con la barca de vela en que navegas
surcas mis mares azules, sin confines.
Yo, cual abeja de amor en tus jardines,
libo con mimo tus flores solariegas.
Que el alba nos sorprenda así, y con su aliento,
aventar pueda un brotar de primavera
en las pámpanas de amor de un fiel sarmiento,
y que la cepa no se queme en la hoguera
de esta pasión, y pueda hondear al viento
el triunfo, de un gran amor como bandera.