Así como los álamos se yerguen
queriendo dominar el alto cielo
para mirar con desdén al riachuelo
y a los insectos que en su entorno duermen,
sin que las aguas, a ellos les recuerden,
que la humedad de su corriente, es celo,
que dona a sus raíces en el suelo
para que, al nido y al lucero, alberguen.
Así, el rico despojará al obrero
y benévolo y con desdén lo mira,
considerando que es… Un simple apero.
Y le obliga, a sumisión, nada de ira.
Le roba su sudor y su dinero.
Y cuando enferma o envejece ¡Lo tira!