La tierra, sus entrañas me ha mostrado.
Y abriéndome su herida sin reserva,
he visto los tesoros que conserva
en ofrenda de amor petrificado.
Es el manto gracioso y recamado
que brotó de las manos de Minerva,
y que Nerja, como una humilde sierva,
le guarda el relicario más preciado.
¡Oh! Majestuoso alarde de alamares,
que ocultas tu belleza retraído,
medroso de la furia de los mares.
¡Oh! Gruta que del eco y el sonido
acumulas recuerdos seculares.
¡Cuéntanos, lo escuchado y lo vivido!