Sobre el círculo en la niña de un ojo,
la llama de una luz que brilla y quema
a hormigas, devorando un teorema,
dibujado en la cúpula de un piojo.
Disparando una flecha, un arco flojo,
no atraviesa de un huevo ni la yema.
Comerla, o no comerla, es el dilema,
como tratar de ir derecho, a pie cojo.
¡Dalí Dios de lo absurdo! Con locura,
te cubres con la piel de una raposa
abriendo tu mirada en desmesura.
El pintar para ti no es otra cosa
que mostrarnos tu atisbo de locura
haciendo de un poema, dulce prosa.