Es la lengua, sencilla y pueblerina
que instruye al paladar con su dulzor
encendiendo la chispa del amor
en el centro del alma, y la ilumina.
Y va desde el rincón hasta la esquina
convirtiendo el espacio en cenador
de colores y excelso resplandor,
que invita a la tertulia más divina.
De mis padres, la lengua, y de Cervantes.
Es lengua de Teresa, que fue santa,
y con Juan de la Cruz, de Cristo amantes.
Es poema que se recita o canta,
con vocablos de notas delirantes,
que hasta el vello, del corazón levanta.