Me despertó el sabor de la mañana,
y sus luces tiñeron mi alegría
lavando mis sueños de poesía
en las aguas de amor de su Fontana.
La tempranera alondra en mi ventana
me llamó con sus trinos a porfía,
al tiempo que el geranio se mecía
con el trasfondo de una mies lozana.
Me vestí, con amor a la simpleza.
Y apasionado, humilde y decoroso
salí, para gozar tanta grandeza.
El escenario agreste era glorioso;
y el campo me mostró en su realeza
la primavera en triunfo primoroso.