Llamando llegó abril a mi ventana,
recién nacido, frío y tiritando.
Sus ojos me miraban implorando
que le diera cobijo en la mañana.
En mis brazos gozó la suave nana
que mi boca le daba suspirando.
Y abrigado por mi corazón blando,
me dejó, y ponderó con voz lozana
el triunfo del amor de los amores.
Le preparó la cama al mes de mayo.
Vistió a la primavera de colores.
Se irguió de la belleza en fiel lacayo.
Y el follaje incipiente, en sus rumores,
le ofreció regia cama a su desmallo.