El río
No conoce a la roca en la ribera
que es cobijo del sapo y la serpiente.
Ni reconoce el cauce penitente
que en su avanzar, la guía ser quisiera.
No es amable cuando su ciclo altera.
Enbiste con un ímpetu inclemente.
Es, el caos de fuerza irreverente
que no admite vallado ni frontera.
Es estruendo que el protocolo niega
proclamando su fuerza por derecho
sin parar en batalla ni refriega.
Si va manso susurra entre el helecho.
Y del dulce batel que en él navega,
bebe la espuma de su abierto pecho.