Hay una luna azul de mediodía
y hay un campo dorado de trigales.
Una rosa entre espinos de rosales
y el eco de una dulce melodía.
Hay una voz sin ira o rebeldía
que vuela sobre montes abismales
decorando los mares culturales
con pétalos de arte y de poesía.
Es la cinta que enlaza continentes.
Es la mano tendida a lejanía
y el afán por unir gente, con gentes,
es agua, qué abnegada, y cada día,
nos brinda desde el fondo de sus fuentes
un corazón que cree en la utopía.