Mi amor de pubertad que yo soñé
y que entonces creí razón de vida,
quedó en una cuartilla desvaída
que entre páginas de un libro olvidé.
Amor que un día en versos dibujé
con pincelada suave y colorida.
Pieza que en la vejez ya enriquecida,
del cuarto de los trastos rescaté.
Fue llama. Fue rescoldo. Fue ceniza
que el viento en su revuelo se llevó
como a una mariposa primeriza.
Fue un pedazo del tiempo que murió
como rosa de mayo que agoniza
el día en que un poeta la cortó.