¡Qué largo fue el camino mi Señor!
Eterno, antes de haberte conocido.
Espero tras el tiempo que he perdido,
mitigarle a tus llagas el dolor.
Hoy comienza mi vida. Y cual la flor,
abro corola por tu amor movido.
Y entre tus alas y calor mecido
calmas mi desazón y mi temor.
¡No volveré a olvidarte ni a perderte!
Porque quiero vivir en tu presencia
aunque esta vida, empiece con la muerte.
Mi alma que desconoce toda ciencia,
anhela, junto a mí poder tenerte
y gozar en perpetuo tu clemencia.