Los insectos se afanan en el prado.
Acumulan de víveres reserva.
Buscan las nuevas moradas en la hierba,
presintiendo un invierno despiadado.
Es el bosque como un tapiz dorado.
El árbol se desnuda ante el que observa.
Cuando el sol, como a un trono de minerva,
pone el toque feliz al decorado.
La armonía de luces y colores
con dignidad en la hora de la marcha,
dará el paso a los fríos heladores
cuando el alba se pinte en blanca escarcha.
Ya, comienza el reposo de las flores,
y la tierra se toma su revancha.