Hay un silencio amargo que me canta
las canciones lejanas del recuerdo,
y en su eco imperceptible yo, me pierdo
como el sol que entre nubes se levanta.
Hay un vago fulgor de media noche
que alumbra fantasías ancestrales,
y un cúmulo de acosos abismales
que van al corazón como un reproche.
Hay un diablo, que cuando grita, ofende.
La mujer que susurra cuando llora.
Y el pobre que ante el rico se defiende.
Hay alguien, que moraba y ya no mora
dentro de este intelecto, que no entiende,
por qué con dolor, se ríe y se llora.