Mi hijo
Vara de mimbre y junco en la ribera
del caudal que a mi sangre fluye y vierte.
Bulbo agreste que en lirio se convierte
cada vez con la nueva primavera.
Cual profeta que un nuevo augurio espera
se fundió con su cepa, firme y fuerte,
y amando estirpe y patria de tal suerte,
que abdicó, de su cuna, la primera.
Flor preciada y orgullo de mi vida.
Trigo dorado. Amada sementera.
Puño de hierro de un alma dolorida.
Velero que este mar surcar quisiera
hasta encontrar tu tierra prometida,
con la verdad delante y por bandera.