En la gélida noche y tras el viaje
con gran dolor. un cuerpo se dilata,
y un ángel del eterno nos constata,
que el verbo ya reposa entre el ramaje.
Aunque humilde parece el hospedaje,
en su interior lo inunda una sonata,
y todo el firmamento se arrebata
rindiendo pleitesía y vasallaje.
¡Él Mesías esperado ha nacido!
¡El niño que redime corazones!
¡El profeta por siglos prometido!
¡El, que quebrantó antiguas tradiciones!
El que vive. Y que por siempre ha vivido,
y siendo el Rey, murió entre dos ladrones.