Yo nací de la tierra y dulcemente,
como nace la flor en campo abierto,
y cual grano de arena en el desierto
soporté los embistes, frente a frente.
Regale mi perfume más latente
a la vida, y a pecho descubierto,
remé, para llevar mi nave a puerto,
y ondear mi divisa ufanamente.
Y hoy que la tierra pide mi regreso
a mi raíz, con meta ya cumplida,
acato que no tengo retroceso.
Aprendí de tener solo una vida
y que del dueño de ella quedé preso,
del nacimiento, hasta la despedida.