Fogosa es la tarde, y el río brama
igual como una fiera liberada.
De las nubes brotó una llamarada
que un fragor que poderío proclama.
El agua de los cielos se derrama.
Y al igual que una gloria inesperada,
la tierra de labranza es inundada
para hacerle a la vida nueva cama.
Absorbo de la tarde del verano
cuando limpian las aguas de tormenta
el aire en los terrenos de secano
la límpida fragancia que se asienta
en la tierra mojada. Que no en vano,
es la savia que a la vida alimenta.