Siente orgullo mi bien, el ruiseñor
que en tu cárcel de amor se ha refugiado,
y en sus frágiles rejas ha encontrado,
amparo, del escarnio y del dolor.
Algo percibe en tu aura y tu candor,
que lo hace ser, tan ingenuo y confiado
de anhelar, quedar siempre cobijado
de un jardín donde mana paz y amor.
Él su plumaje y trinos te regala
en vasallaje y tierno regocijo,
al llegar el albor de tu mañana.
Prémialo enjaezando de gran gala
el mundo que le sirve de escondrijo
nutriente de su amor, que es tu besana.