Soy esa flor que en un jarrón se olvida
y en las fétidas aguas muere lenta
que dobla la cabeza macilenta,
y oculta la mirada dolorida.
Soy la gema preciada de la vida
que su brillo perdió, y al darse cuenta,
renuncia a la esperanza que alimenta
de poder recobrar la luz habida.
Yo soy el ave Fénix que adormece
al fondo de una caja de Pandora,
pacifica, si nadie la estremece.
¡Y soy la juventud arrolladora!
La que sufre, disfruta y adolece;
pero que estalla al llegar la mala hora.