Mi mujer
Traspasando el amor llegué a tu pecho
que es, escarcha febril y nieve que arde,
y es un valle de miel que en dulce alarde,
se derrama en mi boca por derecho.
Traspasando el dolor, fue tu alegría
que mi alma tapizó de bellas flores,
y un cúmulo de aromas y colores
lucharon con mis ansias a porfía.
Mi casa es tu jardín; mi alcoba es fuente,
donde mi dulce caudal brota a diario
para cantar tu amor eternamente.
Y tú serás rehén de un vil corsario.
Un corsario que esclavo y penitente
se nutre de tu amor como salario.